No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y a nadie saludéis por el camino. En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os den; porque el obrero es digno de su salario. No os paséis de casa en casa. En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros. Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. Y os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma, que para aquella ciudad. (Lucas 10: 4-12)
Hemos aprendido que es bueno pedir al Señor que envié obreros a predicar el Evangelio, entendiendo que si el Señor nos llama a nosotros, debemos ser los primeros en responder a esta necesidad; que el Señor quiere que dependamos sólo de El para nuestra seguridad y necesidades; y que tenemos que ser precavidos con los incrédulos agresivos, pero ¿cómo deberíamos actuar hacia ellos?
«Sed prudentes como serpientes.” ¿Has visto a algún cristiano explicar el Evangelio a alguien que ni siquiera está prestándole atención? Yo sí, y es interesante cómo en nuestro afán por salvar a otros, ¡podemos ser tan despistados! El Señor nos dice: «Sean sabios, actúen con inteligencia, sepan cuando hay que hablar y cuando es bueno permanecer callados y esperar, como la serpiente, el momento más oportuno.
«Sed sencillos como palomas.» Si has estado en un lugar lleno de palomas, como una plaza, sabrás que estas pacíficas aves nunca se imponen a nadie, y si alguien corre hacia ellas simplemente se van. Jesús tenía la misma actitud inofensiva. Cada vez que alguien no aceptaba su mensaje, El simplemente seguía su camino y nos aconseja hacer lo mismo: cuando alguien no reciba nuestro mensaje acerca de Cristo, como sencillas palomas, deberíamos seguir nuestro camino.
Finalmente, Jesús les dijo a sus discípulos que se adaptaran a las personas y circunstancias; que fueran amables en su saludo; que permanecieran donde los recibieran y comieran lo que se les ofreciera. «No vayan de casa en casa», dijo el Señor, tratando de hacerles comprender que debían adaptarse, y no tratar de hacer las cosas a su manera.
Ser humildes, obedientes, dispuestos, sabios, sencillos, adaptables, sin pretensiones y dependientes de Jesús es nuestra meta. Y aunque no podemos ser así de perfectos, siempre existe el recurso de la oración y la resolución del corazón a ser conformados a lo que Cristo requiere de nosotros.
Practica para Hoy
Pediré a Jesús que me haga más semejante a El cada vez.
“En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza.” (Salmos 17: 15)