1 Jehová reina; se vistió de magnificencia; Jehová se vistió, se ciñó de poder. Afirmó también el mundo, y no se moverá.
2 Firme es tu trono desde entonces; tú eres eternamente.
3 Alzaron los ríos, oh Jehová, los ríos alzaron su sonido; alzaron los ríos sus ondas.
4 Jehová en las alturas es más poderoso que el estruendo de las muchas aguas, más que las recias ondas del mar.
5 Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre.
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En verdad que la santidad es indispensable en la vida de los hijos de Dios. No necesaria, sino absolutamente indispensable si queremos mantenernos cerca de Dios y salir bien librados en su presencia.
David considera en este salmo el poder de Dios—el absoluto, impresionante, incomparable e incontenible poder de Dios, y como ese poder de Dios afecta a sus hijos.
En el versículo uno, David describe a Dios vistiéndose: “Se ciñe de poder.” Es decir, cuando Dios se prepara para actuar, se rodea de poder absoluto. El mismo es poder absoluto. Es porque medio de este poder absoluto que es capaz de sostener el mundo en que vivimos (versiculo 2). Y por que es eterno, solo El es soberano sobre el universo. El estaba aquí antes que nosotros, lo creo todo y todo le pertenece. Nadie puede tomar su lugar, es rey eternamente y para siempre.
En el versículo 3, David considera el poder impresionante de los ríos. Por su sonido deduce que un hombre por mas fuerte que sea, puede ser arrastrado y llevado fácilmente a la muerte por un rio. Eso lo lleva a pensar en los mares. Si un rio es tan poderoso, que diremos del mar? (versiculo 4) “Jehova es mas poderoso que las ondas del mar.”
Quienes han estado en medio de una tormenta en el mar, un huracán, o han presenciado un tsunami, pueden testificar del aterrador poder del mar. ¡Nadie puede sostenerse en su presencia! No encontrando algo mas poderoso o aterrador con que comparar a Dios, David concluye que aun el mar con toda su fuerza y en toda su furia, es débil comparado con Dios. Un tsunami puede arrasar comunidades enteras—Dios, en su furia, ¡puede hacer mucho mas!
En el versículo 5 David concluye que la santidad le conviene a la familia de Dios. “La santidad conviene a tu casa.” Es decir: nos conviene ser santos. Someter nuestra vida a Dios a diario y en todo, es cosa de sentido común espiritual. ¿Porque? Por que todo lo que Dios ha dicho, se cumplirá. Dios no hará promesas vacías. Cumplirá tanto sus promesas de protección, como sus promesas de juicio y de castigo. ¡Estamos hablando de un Dios todopoderoso! ¿No cumplirá aquello que nos ha dicho, si osamos desobedecer sus mandamientos?
Como el padre que indignado por la desobediencia de su hijo se prepara sin tardanza a castigarlo, asi hará Dios con nosotros. No lo dudemos. Su castigo llegara y seremos humillados en su presencia, para que aprendamos a obedecerlo.
David concluye con una frase que parece completar la primera frase del salmo: “Jehova reina”…por los siglos y para siempre.” El Señor reina, no nosotros. Caminemos en santidad, humildad y obediencia delante de El. Cualquier otra forma de vida que la santidad, procede de insensatez y de un defectuoso entendimiento del carácter, poder, majestad y autoridad de Dios sobre nuestras vidas.